Este viento es un delirio Resplandece en espuelas Anima de todos los tiempos En noches de presencias Con extrañamientos de fuego La música fulminaba al silencio
Este viento visita mundos de carbón suicidas al rojo vivo en escalofrío eterno
Tenías que disiparte en las tormentas Jinete de la soledad No volverás te esperan ajenos ruedos Toreas otras vidas entre el presagio de algunas cornadas.
II
A galope descampado cruzaba los parajes en busca de su artista del color y lo halló en el fondo del barranco
Olvídate de las razones de Dios en la inmensidad de las alturas y del eco entre las lluvias
Es la soledad la que mata A la orilla de los fuegos más candentes
Salto a mi caballo, no me interesa como los ruiseñores cantan a lo lejos que nos toca vivir más allá de la muerte.
Yérguense entre la espuma de las olas como a través de un desgarrado encaje; y en tropel van subiendo-antes que baje la marea-por los peñascos... Solas,
asidas a las rígidas corolas de piedra y sal, respiran el salvaje viento, impregnan sus ojos del paisaje, tienden al sol sus verdinegras colas...
Es el alba... De pronto, voces, ruidos quiebran el aire límpido y sonoro; hay un revuelo de cabellos de oro y al mar se lanzan raudas las sirenas...
En el agua, al cerrarse, queda apenas un temblor de luceros derretidos...
Este poema, de Dulce María Loynaz, es uno de los que pertenecen a su libro, Juegos de Agua, que tantas veces he dicho que me fascinó de manera absoluta. Para mí, las sirenas de este poema , son una metáfora de su inspiración y de su imaginación, viva y vibrante durante la noche y en reposo durante el día. Ella prefería el silencio y el misterio de la noche para escribir sus versos. Pasaba noches enteras en vela, invadida por la más fuerte inspiración, sin cesar de plasmar sobre el papel sus más hermosos poemas. Las Sirenas, junto a otro poema en prosa, de este mismo poemario, Al Desconfiado, que dice así:
Echa tu red en mi alma: Tengo también, debajo de la sal y de la sombra, mi temblor de escamas plateadas y fugaces.
Han sido el punto de partida de este nuevo libro mío, Juegos de Sirena, donde juego (valga la redundancia), con metáforas de la vida y del alma (o de nuestro ser interior), junto a la afirmación de mi identidad mediterránea. Lo que nunca hay que olvidar es que un autor siempre fabula, cuenta historias que no vive de forma real sino de manera imaginaria, que se poetiza sobre vivencias ajenas, que tan sólo son propias en el momento de ser escritas... En fin, aquí tenéis el punto de arranque de estos poemas que me traje del mar... Un pequeño homenaje a una de mis más admiradas y leídas poetas del siglo XX.
(774) VL Viernes Literarios Fundado e inaugurado en Lima, el 18 de enero de 1991.
XVIII ANIVERSARIO (Lima, 1991 – enero – 2009)
Homenaje a Julio Ramón Ribeyro (Lima, 31-8-1929 – 04-12-94)
Recital Poético: JUAN JOSÉ SOTO NICOLÁS HIDROGO Lectura de Cuento: JAVIER COTILLO DÍA: 14 DE AGOSTO DE 2009 LUGAR: CASA MUSEO MARIÁTEGUI Jr. Washington Nro. 1946 .- LIMA – PERÚ HORA: DE 7 A 9 P.M.
He recibido un E-mail del poeta argentino, Gustavo Tisocco, en el que me comunica la muerte de esta insigne poeta, compatriota de él. Aquí os dejo el enlace para que podáis leer el homenaje que Gus le ha hecho en su blog. Yo no he llegado a conocerla personalmente, pero la lectura de sus poemas siempre me ha resultado muy interesante y enriquecedora. Es una gran pérdida, quienes han tenido la suerte de compartir su amistad siempre han comentado que, además de ser una gran poeta, era una gran persona. Nos dejó el pasado domingo, dos de Agosto. Hasta siempre.
Aunque quiera encender las ramas secas del amor en el fuego y en el vino, siguen llegando ocultos enemigos a comer, está la casa abierta
y la reja del aire teje el marco que apuntala el vacío de las puertas. Acomodo en el mármol las especias y pico las cebollas y los ajos.
Nadie vendrá a completar la escena sentándose a la mesa y a mi lado cebar el mate mientras yo cocino.
Y a fuego lento voy leyendo el diario como si fuera el pan de un nuevo rito destinado a anunciar la última cena.
Hebe Solves nació en Vicente López, Provincia de Buenos Aires, en 1935. Es educadora (Mención especial en los Premios Nacionales de Ciencias de la Educación por su libro “Taller Literario, una alternativa de aprendizaje creador”, 1986); narradora (“El fantasma de la belleza”, 2005); autora de letras de canciones y libros para niños (entre otros, “El caracol mochilero”, poesía, 2005) y poeta (“En lugar del piano”, 1977; “Sombra ajena”, 1981; “Fruta de invierno”, 1984; “Desalojados”, 1989; “El fiel de la memoria”, 1994; y “Pentagrama”, 2005). Vive en Buenos Aires.
Esta canción la he estado escuchando, durante muchos atardeceres, en la terraza del restaurante Al Caminito. Allí iba a cenar con mi madre y algunas de sus amigas, casi todas octogenarias o rozando esa edad. Las tertulias han sido muy interesantes para mí, escuchar sus distintas visiones de la vida, desde sus diferentes situaciones vitales y con tanta experiencia acumulada, me han resultado muy aleccionadoras. Es curioso cómo las viudas solamente recordaban los buenos momentos vividos y lo maravillosos que eran sus maridos. Llevo cuarenta años veraneando en Denia, las conocí cuando eran mucho más jóvenes, y aún tengo en la memoria algunas de las quejas que, por aquel entonces, se les escapaban durante las conversaciones, en los breves momentos en los que me sentaba a tomar un refresco con ellas, para salir corriendo a reunirme con mi pandilla de amigos... el tiempo hace que se idealicen las ausencias, ¡qué peligro! Una tarde, mientras esperaba, se me acercó un hombre que, amablemente, le ofreció agua a mi perrita. - ¿Estás sola? - me preguntó con la intención de sentarse a mi lado. - Pues la verdad es que no. Mire, a este lado tengo la poesía - dije mientras señalaba mi cuaderno -, y a este otro una ausencia. Si contamos a mi perrita, ya somos cuatro, demasiada concurrencia para hacerle algo de sitio. Así que muchas gracias, en otra ocasión será... Por supuesto, me miró pensando que había dado con una loca. Pero se marchó sin rechistar. Os aseguro que la anécdota es cierta. Bueno, el caso es que a Jacobo, el dueño del restaurante, le gusta muchísimo Manolo García, y siempre me preguntaba si nos molestaba la música. Le contestaba que no y, al final, acabó por encantarme. Así que aquí os dejo uno de los ecos que me quedan de estos días de mar, un Edén con Adanes perdidos en busca de su Eva. Qué lástima que una se sienta más bien Lilith y que para ella haya tan poquito quorum.
ME HE SENTADO A ESPERAR
Me he sentado a esperar A ver brotar el sol Que nazca de tu pecho. Y he sabido que no eres diosa o diablo Solo una mujer de carne y hueso. Ni tan solo un Ángel caído, Eso sí, la más bella del Edén Al menos para mí. Sola en tu paraíso, Ni tan solo un Ángel caído. Qué más puedo anhelar que ver nacer el día Desde los acantilados. Qué más puedo anhelar si el tiempo Es un pájaro de alas cortas que vuela alto y fuerte. Qué más puedo saber Cuando los glaciares desaparecen… Me he sentado a esperar, Que somos desde hoy lágrima negra en el mercurio; Salina desecada en cántara de agua, Bulería gitana en el Danubio. Solo Adanes caídos, escamados títeres dolidos, Al menos para mí… Solo en mi paraíso, Ni tan solo Ángeles caídos. Qué más puedo anhelar, Si quiero ando descalzo sobre mi propia conciencia. Qué más puedo anhelar Si la palabra, porfía humana, es puente de mil ojos sobre aguas subterráneas. Qué más puedo saber, cuando no hay sembrados, las escarchas no dañan.