
Esta estampa del Ángel de la Guarda, estaba colgada sobre mi camita de niña, en Marruecos, en la casa de mi abuela. Entonces se celebraba la fiesta del Ángel Custodio el 1 de Marzo y, todavía, lo recuerdo. Yo creía firmemente en su compañía, tanto como en la presencia de los Reyes Magos, que contestaban a mi carta y me traían aquellas cosas en las que soñaba, para cerrar las fiestas navideñas. La fiesta del Ángel, era el preludio de la primavera, la promesa del buen tiempo y las excursiones al Bosque de los Pinos, y a la Playa del Quemado. Nunca me sentía sola, sabía que me acompañaba y que, aunque no pudiese verme, me escuchaba y cuidaba de mí. Era un amigo invisible con el que conversaba y que me hacía ser valiente, nunca sentía miedo porque estaba convencida de que él impediría cualquier peligro que pudiese acecharme.
Hoy daría cualquier cosa por recuperar aquella fe infantil, aquella magia que me hacía sentir invulnerable al mal y al desaliento, aquella compañía invisible con la que podía hablar de cualquier cuestión que me inquietara o que, sencillamente, me apeteciera comunicar a alguien. Hoy, de verdad, me gustaría poder creer en los milagros...
No me gusta mucho que digamos la poesía de Gabriela Mistral, he estado dudando entre su poema al Ángel de la Guarda, o el de Benedetti, que me gusta mucho más. Pero me he quedado con éste porque refleja esa fe infantil que sentí un día, esa fe que se te escapa cuando la vida te golpea y te das cuenta de que la ayuda tiene que partir de ti, de dentro de ti. Aunque quizá su ayuda sea ésa, no dejar que te agostes por dentro y que siempre consigas mantener tu coraje.
EL ANGEL GUARDIÁN
Es verdad, no es un cuento;
hay un Angel Guardián
que te toma y te lleva como el viento
y con los niños va por donde van.
Tiene cabellos suaves
que van en la venteada,
ojos dulces y graves
que te sosiegan con una mirada
y matan miedos dando claridad.
(No es un cuento, es verdad.)
El tiene cuerpo, manos y pies de alas
y las seis alas vuelan o resbalan,
las seis te llevan de su aire batido
y lo mismo te llevan de dormido.
Hace más dulce la pulpa madura
que entre tus labios golosos estruja;
rompe a la nuez su taimada envoltura
y es quien te libra de gnomos y brujas.
Es quien te ayuda a que cortes las rosas,
que están sentadas en trampas de espinas,
el que te pasa las aguas mañosas
y el que te sube las cuestas más pinas.