
Es la primera vez que he participado en este encuentro de Poetas en la Red, que ha celebrado ya su quinta edición. Y os aseguro que no será la última vez que lo haga. Ha sido una ocasión única para poder reencontrarme con amigos que ya conocía, con otros que deseaba conocer y con algunos que han supuesto un feliz descubrimiento, poético y humano.
Ana Montojo, la responsable del encuentro en Sigüenza, ha sabido hacerlo muy bien. No sé cómo hacerle llegar mis felicitaciones, las palabras se me quedan cortas. Lo organizó todo con mucha dedicación y con no menos mimo. La única queja que se me ocurre es la de que todo fue tan estupendo que se hizo muy breve. El tiempo del recital se nos pasó volando. Y es que, en general, escuchamos muy buena poesía y muy bien leída.
Del tiempo compartido entre los compañeros, y los amigos seguntinos que se acercaron a brindarnos su apoyo, nos quedará un recuerdo muy hermoso. Lució el buen rollo por todos sitios, nadie se adjudicó protagonismo alguno y la camaradería brilló por todos los rincones y escenarios.
Me siento muy feliz de que dos de mis poemas se encuentren, entre los de tantos buenos poetas, en la primera antología que se ha hecho de este fraternal encuentro.
Hubo momentos muy entrañables, recordando a poetas que no pudieron acompañarnos pero que tuvimos presentes en todo momento. Y también hubo un momento de intensa emotividad cuando se cerró el recital con unas canciones y un poema de Zúñiga, el poeta y amigo que tanta huella ha dejado en nosotros. Y que seguimos sintiendo a nuestro lado. Un pequeño homenaje para una gran persona y un excelente poeta, a quien siempre echaremos de menos.
No puedo finalizar esta entrada sin mencionar el agradecimiento que le debemos a Marcelo, por su maquetación, y a Isidre Monés, por su portada. Tampoco puedo dejar de darle las gracias al equipo de Veoguada, que no sólo grabó el recital, sino que derrochó amabilidad en todo momento. Y no me olvido de Jorge Torres ni de Carmen, que me tuvieron de pasajera, con inmenso cariño y paciencia. Ni de Paloma, que compartió habitación y falta de sueño conmigo, siempre con su habitual simpatía. Gracias, amigos. Gracias a todos.