Anoche estuve releyendo unos textos de Antonio Gala, hacía por lo menos trece o catorce años que no los había vuelto a tener entre mis manos. Y me han impresionado. Pertenecen a "LA SOLEDAD SONORA".
Vienen al hilo de una larga conversación que tuve, en mi casa, con los escritores Alberto Lauro y Nora Alarcón, mientras compartíamos unas copas de un excelente vino que acababan de regalarme. Estuvimos debatiendo sobre el mundo de las parejas, de lo difícil que es encontrar una total sintonía de cuerpos y de mentes o, si se prefiere, de almas. Son múltiples las variantes que pueden presentarse ante el hecho de que dos se decidan a caminar juntos, cada vez es más frecuente que uno de los dos se muestre remiso ante el compromiso que supone afrontar el hecho de intentas aunar los pasos. Hay quien se escuda en el desamor para ocultar la cobardía de negarse a asumir el riesgo de volver a amar, de esa manera su vida discurre lineal, quizá apacible, pero también incompleta pues en realidad se encuentra vacía de afecto, pasión y ternura. Hay quien está enamorado del amor y nunca lo alcanza, porque es incapaz de centrarse en una sola persona. Hay quien cree que lo encontró, pero no se atreve a avanzar porque no es exactamente lo que esperaba, y acaba dándose de bruces con la soledad. Hay quien se aferra a situaciones insostenibles por miedo a quedarse solo, con lo cual le resulta posible alcanzar el amor que sueña o necesita... En fin, son muchas las situaciones que se pueden presentar ante el hecho de reunir o de reconstruir el coraje que se requiere para volver a enamorarse. Y, por supuesto, asumir el hecho de llegar a ser una pareja. Por eso, cuando comencé a hojear este libro, fijé mi atención en este fragmento del texto :
"...hay un auténtico aliado de la pareja: el propósito de comprensión y de tolerancia "a pesar de todo"; el propósito de búsqueda incansable, de generoso desenmascaramiento, de ser otro y el mismo, de perdonar y de reanudar, de confiar y de confiarse: en suma, el recurso de amparo y de abandono. No conozco a ninguna pareja que lo haya conseguido. Pero conozco a muchas que lo ensayan. Y eso es lo que vale. Porque el milagro de la compañía _ lo mismo que el amor_ no concluirá de hacerse hasta que la propia vida se concluya."
Comprensión y tolerancia... no me gusta esta última palabra, tendría que decirse aceptación: aceptar que el otro pueda tener una postura distinta ante la vida. Y que no se haga de su opción diferente una barrera insalvable, sino un puente que enriquezca dos orillas complementarias en esa diversidad de miras. Si es que esta diversidad está basada en la honestidad y en la postura ética de cada uno. Por lo demás, quizá la clave se encuentre en la voluntad de ese ensayo: amparo y abandono, confiar y confiarse.