Amando Carabias y Luis Javier Moreno
Decir algo sobre el libro de poemas de Amando Carabias, Versos como carne, cuando ya se ha dicho tanto, resulta una ardua labor que, de forma necesaria, tiene que desembocar en alguna repetición.
Comenzaré por su aspecto externo porque, ya desde el impacto de la primera imagen visual, te das cuenta del especial mimo con que se ha hecho la edición. Tiene su explicación, su razón de ser, en que Mariano Carabias, hermano del poeta y excelente pintor, es el autor de esta hermosa edición que está cuidada hasta en el más mínimo detalle y que percibes como un reflejo de ambos artistas. Calidez y elegancia son las dos palabras que mejor pueden definir este aspecto formal de la obra.
En cuanto al contenido, al leerlo nos encontramos con dos partes perfectamente diferenciadas. La primera de ellas se titula: del infinito. En ella, el poeta reflexiona y declara su postura ante el mundo que le rodea, con su verso como consciente instrumento para expresar su dolor, su tristeza o su indignación ante la violencia, la injusticia, la muerte de los inocentes, el abuso de poder, la pobreza y la guerra, desde un punto de vista universal. Su voz se alza como denuncia, anatema, llanto, queja o súplica. A veces, reverbera en ella un leve matiz de esperanza que parece latir en el verso, no en los hechos que lo han generado. En la segunda parte del poemario, ... a ella, nos encontramos con que es el amor el que refulge como redención de todo sufrimiento pasado, como refugio del poeta que es capaz de encontrar la felicidad y expresarla en el intimismo que alcanza su mirada, centrada en lo más cercano, en un mundo próximo y compartido con el ser amado, con Marián Montes, su mujer, su compañera...
Es necesario hacer referencia al estilo literario, tan personal, de Amando Carabias. Los poemas de Versos como carne, son de una perfección formal asombrosa; no es corriente leer a alguien que maneja los octosílabos, endecasílabos, alejandrinos, verso libre o prosa poética con semejante soltura, sin forzar ni un solo verso, con una fluidez y riqueza de léxico que resulta tal cultista como natural en su expresión coloquial. Vivimos inmersos en unos tiempos de crisis que nos ahoga en todos los sentidos, pero me tengo que referir, en este caso, a la que campea sobre la pobreza de vocabulario que anega tantos predios literarios. El haber podido encontrar a un buscador de palabras como Amando, a un escritor y poeta que bucea en los olvidados fondos de nuestro lenguaje y nos trae palabras como quien encuentra perlas, para encajarlas y hacer que brillen, sin apagar a las que tiene en su proximidad, es un sorprendente regalo; en estos tiempos de crisis, reitero, es tan reconfortante como enriquecedor leer un poemario, Versos como carne, que alcanza cotas literarias tan elevadas en cuanto a su léxico, a sus imágenes poéticas y a su contenido, tanto en lo humano como en lo literario.
Nuestro poeta ha tenido un detalle, dentro de su libro, que nos desvela su tremenda sensibilidad y que ha conseguido emocionarnos hasta la médula. Nos ha dedicado, a muchos de nosotros, un poema dentro de sus páginas, un poema que es un abrazo de letras, una muestra de afecto que nos resulta tan indeleble como la tinta que lo declara. Y es un honor tan grande el que nos ha hecho, que las palabras se me escapan a la hora, esta hora, de mostrarle mi gratitud.
9 comentarios:
¿Se puede decir algo ante estas palabras?
Estoy desbordado por la emoción. Acabo de enlazar esta entrada en la columana lateral de la derecha de Pavesas.
Y es que no sé qué más decir.
Agradecértelo desde lo más hondo, emocionarme como lo estoy es lo mínimo que se puede y debe hacer, porque es de bien nacidos.
Como dije el lunes en la presentación, tras tu intervención, ojalá que estas palabras fueran ciertas.
Imprimo este texto, María y lo archivo entre lo más querido.
Un montón de Gracias.
Estaba tan emocionado que ni siquiera te he dado las gracias en tu espacio por las palabras que también en público dijiste el lunes durante la presentación
Me uno a tus palabras, querida María y a la emoción de ambos. Somos afortunados, yo más, por disfrutar de dos de los grandes.
No es repetitiva tu crónica, es la tuya y muchos la firmamos.
Besos siempre.
Querida María, has hecho que me emocionara yo, así que imagino la emoción de Amando al leerte. Es un lujo tener amigos como vosotros.
Un abrazo fuerte para ti y para Amando.
Leo
Cuando la amistad es de ida y de vuelta suceden estás muestras de afecto tan desbordantes como hermosas; les mando un saludo a ambos. Un gran abrazo
Ofú María ma'tocao la patata.
Un abrazo para el poeta y un beso para ti.
Yo también me he emocionado (hoy ha sido día de emociones). Magnífica tu reseña con tu elegancia y tu inteligencia. Suscribo cada una de tus palabras.
Besos para los dos.
Querida María:
Las palabras profundas y emocionadas que dedicas al POEMARIO de Amando, son un reflejo luminoso de tu sensibilidad como persona y como poeta, y de la la magnífica calidad y calidez de la obra y el autor que comentas.
No reiteras otros comentarios que otroa han hecho a esta obra porque tu manera de decir y de sentir son únicas e inigualables. Como tú, a quien he tenido la fortuna de conocer en Segovia en los momentos de "espectáculo", en los de la fría humareda, y en las deliciosas -aunque se me han hecho breves- conversaciones en el hotelito mudejar que sirvió de marco a este encuentro que espero no sea el único.
Felicidades por tu texto y por la paz y la ternura que me has transmitido.
Un abrazo de siempre Á.
PS: Suscribo cada una de tus palabras, y aunque con mi prosa sencilla y mi velocidad esencial sea incapaz de utilizar tu verbo, no por ello has dejado de emocionarme y de admirarme.
Nada de reiterativo, María. La mirada de una poetisa sobre los versos de un poeta es lo que nos hacía falta.
Un beso para los dos poetas.
Publicar un comentario