Aquí dejo otro de los poemas rescatados del cuaderno de mi padre, Jesús Sangüesa. Está tal como él lo escribió, hace casi sesenta años, en Marruecos.
EL
MUDO DEL ZOCO
Sentado
sobre el muro de la puerta,
oculto
en el tejido de la chilaba sucia,
con
un tarbuch mugriento que le oculta las cejas,
siempre
veréis al mudo del Zoco de Telata.
Su
boca, como una fuente muerta,
no
tiene voz, ni dientes, ni palabras.
Y
si en el roto plato resuena una moneda,
que
en el aire ya vieron sus inquietas pupilas,
su
frente agradecida, se adelanta en un gesto...
con
una reverencia besa la yerma tierra.
En
un continuo ritmo balancea su cuerpo,
y
sus mirada escruta a todos los que llegan,
mientras
las secas manos, en doliente ademán,
suplican
con sus ojos, al paso de la gente.
Hora
tras hora, reclinado en el muro,
su
triste humanidad llora y suplica.
Ni
la lluvia, ni el sol, ni la ventisca,
impedirán
que al zoco vaya el mudo.
Algún
día la muerte le llevará hacia Alá.
Allí,
junto a Él, espera alcanzar la dicha
que
hoy los hombres le niegan…
Y
sólo habrá sonrisas en su boca reseca.
No sé como ayudarte, mudo del Zoco de Telata,
te dejo unas monedas, me llevo tu recuerdo
mordedura del alma que en estos versos sangra.
Jesús
Sangüesa, Einzoren,
Marruecos, 1954.
4 comentarios:
Un hermoso poema cargado de sensibilidad y cuidado en la forma. Y un hermoso homenaje el tuyo hacia tu padre.
/Un beso, María.
El zoco vivo, el zoco en el que todos caben y cada cual hace, compra o vende, aquello que sabe o posee. Ese mágico baile realizado por años, tantos que ya ni se sabe, ante la escudilla de un ir y venir constante de gentes que buscan, cuentan ganancias y marchan para seguir al día siguiente. Un bellísimo poema de un sabio conocedor de estos lugares tan exóticos como importantes. Fascinante.
Un fuerte abrazo, querida María.
Buenas tardes:
Es mi primera vez, la que rompe el silencio silencioso de la admiración y espero no ser inoportuno. me acerco para darle mi enhorabuena, para resaltar la metáfora poética de del texto...para, en definitiva, brindar por ese hermoso y sórdido retrato que contiene la vida en sí misma...
Un fuerte abrazo.
Querida María:
¡Tu padre era un poeta como la copa de un pino! Parece que estoy viendo al mudo, y el Zoco, y las monedas...
Qué buen homenaje a tu padre, rescatar sus versos y qué buen regalo para nosotros.
Un abrazo enorme.
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