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PAISAJE DESDE ADENTRO
Ahí
donde juego a la rayuela
y con mis hermanos nos escapamos al río
a embriagarnos de fábulas.
Donde a lo lejos diviso todavía
al indómito tren de aquella estación.
Ahí donde nazco y perezco
según otoños que encarcelan octubres,
donde la música del viento
me recuerda aquellas calles, aquel pueblo.
Ahí donde no hay almanaques
y conservo aún los ojos tristes de mi perro.
Donde el circo luce su carpa reluciente,
donde salgo al recreo
donde me invaden perfumadas mandarinas.
En ese lugar donde tener memoria duele,
los muertos parecen latir
sin vejez, sin andamios.
Donde habitan también tantos desamparos,
niños de cartón, mujer desgarrada.
En ese lugar donde hay un país vencido y mutilado,
palomas bombardeadas,
clausuradas plazas, iglesias infames.
En ese lugar,
ahí, en mi paisaje de adentro,
mi casa aún es refugio
mis manos palabras.
donde juego a la rayuela
y con mis hermanos nos escapamos al río
a embriagarnos de fábulas.
Donde a lo lejos diviso todavía
al indómito tren de aquella estación.
Ahí donde nazco y perezco
según otoños que encarcelan octubres,
donde la música del viento
me recuerda aquellas calles, aquel pueblo.
Ahí donde no hay almanaques
y conservo aún los ojos tristes de mi perro.
Donde el circo luce su carpa reluciente,
donde salgo al recreo
donde me invaden perfumadas mandarinas.
En ese lugar donde tener memoria duele,
los muertos parecen latir
sin vejez, sin andamios.
Donde habitan también tantos desamparos,
niños de cartón, mujer desgarrada.
En ese lugar donde hay un país vencido y mutilado,
palomas bombardeadas,
clausuradas plazas, iglesias infames.
En ese lugar,
ahí, en mi paisaje de adentro,
mi casa aún es refugio
mis manos palabras.
GUSTAVO TISOCCO
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