SOBRE LA LEALTAD:
Las obras de los hombres nos hablan de su naturaleza.
Conocer la esencia de una cosa te releva de seguirle el rastro.
El primer grado de lealtad consiste en que el hombre sea leal con quien lo es con él:
"Tal cosa es deber ineludible e inexcusable obligación, tanto para el amante como para el amado, y no se apartan de ella más que las personas de baja condición, mal criadas y en quienes nada bueno puede hallarse."
El segundo grado consiste en ser leal con quien es traidor:
Ningún mérito tiene guardar un secreto a quien lo guarda,
sino guardárselo a quien él mismo lo publica.
Es como la generosidad espléndida, que es más sonada
cuando la dádiva es rara o el donante es avaro.
El tercer grado consiste en ser leal cuando nada se espera:
Si todos los corazones y las almas tuvieran mi firmeza,
no les harían mella las miradas lánguidas.
Mi alma rechaza por necesidad el calificativo de vil,
como las partículas que rigen el genitivo rechazan al verbo.
SOBRE LA TRAICIÓN:
Envié un mensajero en pos de mis deseos,
confiándome neciamente a él, y él nos ha distanciado.
Soltó las amarras de mi amor y afianzó las del suyo,
alejando de mí lo que era posible.
SOBRE LA SEPARACIÓN:
La primera de ellas es la que dura solamente un lapso de tiempo:
"Están ciertos de que ha de cesar y seguros de un pronto retorno; mas, a pesar de ello, produce un desasosiego en el corazón y un nudo en la garganta, que no se quitan más que con la vuelta."
La segunda es la ocasionada por cualquier obstáculo que impida el encuentro:
Soy como el sediento que ve el agua del pozo
y no tiene manera de sacarla.
Ausente está mi amada, como el que está en la tumba
de quien no te separa más que la losa que la cubre.
La tercera es la buscada por el amante para espantar las hablillas de los calumniadores, para evitar mayores impedimentos.
La cuarta es la ocasionada por el amante, cuando alguna vuelta de la fortuna le obliga a ausentarse:
Te aguardan por el mundo bien sabidos caminos.
Vete, que la espada no es más que un peso hasta que deja la vaina.
Viene después la separación ocasionada por el viaje, cuando no se sabe a ciencia cierta si habrá retorno:
Esta dolencia, cuya curación desafía al médico,
me llevará, sin duda, a la aguada de la muerte.
Pero contento estoy con caer víctima de su amor,
como quien bebe veneno desleído en un vino generoso.
¿Qué más quiere el Destino? ¡Qué poca vergüenza tiene,
y con qué afán tiende a adueñarse de toda alma enamorada!
El retorno después de una ausencia, genera una intensa alegría:
Mis ojos se han refrescado con tu cercanía,
tanto como ardieron en los días que te celó la distancia.
A Dios vaya la paciencia y la resignación por lo pasado.
A Dios vaya la gratitud y la alabanza por lo que ahora decide.
"La gente difiere en apreciar cuál sea peor entre estas dos cosas: la separación o la ruptura. Cada una de ellas es penoso trance y constituye la muerte violenta, la negra desgracia y el mal año; pero entre las dos, cada uno encuentra peor la que es más contraria a su carácter".
"Su amor cautivó mi alma,
y su lejanía la hizo perecer.
El amor es como mi huésped
y mi alma es su sustento".
"Si ahora nos deja sedientos, antes nos dio mucho tiempo de beber;
si ahora nos aflige por ello, durante mucho tiempo nos alegró."
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