domingo, 31 de enero de 2010

RUBÉN DARÍO: LA CALUMNIA



Hay algunas gentes que buscan medrar a costa de lo que sea. Cuando se ven descubiertas, cuando sus espúreos planes se les caen porque no han conseguido engañar al prójimo, lo que les queda es mostrar su ruindad sin límites emponzoñando, aún más, aquello que quisieron utilizar para sus fines. Entonces, en su vileza, recurren a la calumnia y a la difamación. La calumnia puede oscurecer, brevemente, la imagen de una persona, pero el tiempo despeja el camino de la verdad y el difamador queda dónde le corresponde estar, en el lodo que él mismo ha creado. Y es más, la maldad, cuando es demasiado evidente, ni tan siquiera daña pues primero mueve al desprecio y, luego, puede llegar a generar hasta cierta compasión, ante la pobreza de recursos interiores y la miseria moral de quien así actúa. En el colegio, cuando era pequeña, éste era uno de los poemas que teníamos que aprendernos de memoria. Y espero no olvidarlo nunca.

Poema La Calumnia de Rubén Darío:

Puede una gota de lodo
sobre un diamante caer;
puede también de este modo
su fulgor oscurecer;
pero aunque el diamante todo
se encuentre de fango lleno,
el valor que lo hace bueno
no perderá ni un instante,
y ha de ser siempre diamante
por más que lo manche el cieno.