Un blog en torno a la Literatura y eventos personales relacionados con esta materia.
martes, 22 de julio de 2008
FOTO DE FAMILIA
María Sangüesa. Foto realizada por Pepa Díaz
Cuando has de dejar una casa, no una casa cualquiera, sino la mansión familiar donde han nacido varias generaciones con tu mismo apellido, lo más difícil consiste en seleccionar los objetos, los recuerdos, que puedes llevarte sin herir las susceptibilidades de quienes se creen con tus mismos derechos.
Comencé por lo que me resultaba más familiar: el trastero. Allí había transcurrido casi toda mi infancia, allí era donde yo había crecido, envuelto en ese mundo de sombras fantasmagóricas al que, ostentosamente, llamaban desván. Era el lugar donde arrinconaban lo que nadie quería. Lo que estaba destinado al olvido. Lo que deseaban ocultar.
Liberado del temor a ser reprendido, sentí el impulso de abrir un estuche sellado, estaba repleto de daguerrotipos y retratos. Me llevé, dentro de una caja, un puñado de fotografías. Las escogí al azar, y no las miré hasta que llegué a mi casa.
Una de ellas comenzó a llamarme tanto la atención que decidí enmarcarla y colgarla en la pared. Era un grupo familiar que rodeaba a un pequeño envoltorio lleno de encajes y puntillas. No faltaba nadie, aquella cosa mínima que había convocado a los demás a su alrededor era yo.
Desde el momento en que la tuve frente a mí comencé a notar algo extraño. Pero no fue de repente.
Una mañana, me pareció ver un pequeño punto negro, como si fuese una cagadita de mosca, no estaba sobre el cristal, así que no pude hacerla desaparecer. Unos días después, me percaté de que se había formado una especie de borrón en el mismo sitio, en un imperceptible hueco, cerca del lugar donde mi madre me sostenía sobre su regazo.
Por la noche, me sentaba frente a la fotografía, aquella mancha iba creciendo de forma inapreciable para mi retina, pero era indudable que cada mañana iba ocupando un espacio mayor dentro del grupo. Y la expresión de los demás parecía ir alterándose conforme aquella sombra se iba haciendo un sitio entre ellos.
Cada vez que me detenía ante sus severos rostros, tan blancos, tan rubios, tan intensamente pálidos, percibía que sus ceños se iban frunciendo con un gesto de inequívoco desagrado.
El desasosiego que me generaba semejante situación me empujó a regresar a la casa grande. Rebusqué entre los trastos que habían constituido mis tesoros infantiles, algo quería abrirse camino a través de mi memoria. Encontré una cámara fotográfica antigua, de esas de fuelle, sabía que, cuando era pequeño, solía jugar con ella a disparar fotos sobre las paredes. Naturalmente, después de tantos años, no funcionaba...¡Ahí estaba la clave! Recordé que un día noté un fogonazo. Me impresioné tanto que, desde entonces, no volví a tocarla.
Decidí llevarme la cámara y dejarla, antes de regresar a mi apartamento, en un establecimiento que estaba especializado en reparar, con urgencia, toda clase de aparatos antiguos.
Al entrar en mi casa pude ver que algo había cambiado, la silueta había adquirido una especial nitidez en el conjunto del grupo familiar, se había abierto un sitio propio dentro de la foto, y pasaba su brazo alrededor de los hombros de mi madre. Vestía una ropa distinta a la europea que mostraban los otros componentes del retrato. Llevaba una chilaba blanca, un fez le cubría la cabeza. Miraba con orgullosa expresión a aquel envoltorio que era yo, y mi madre tenía la cara iluminada por una sonrisa, mis demás ancestros parecían querer escapar de la fotografía.
Al cabo de un rato, llamaron a la puerta. Un joven me hizo entrega de un sobre, habían podido revelar una placa olvidada dentro de la vieja cámara, sin duda alguna debía de tratarse de aquella que yo disparé, accidentalmente, sobre la pared del trastero, ¿o no fue sobre aquella superficie? Cuando miré, pude ver el alegre semblante de un hombre moreno, de cabello negro y rizado, iba vestido con una chilaba blanca. Fue igual que contemplarme en un espejo.
Mis rubios ascendientes, aprisionados por el marco del retrato, me miraban con horror. Su huida era imposible, no había retroceso, el tiempo y la vida habían seguido su implacable curso. Yo era el único varón de la familia. Tan sólo yo podría transmitir su noble, rancio, y aristocrático apellido a las generaciones venideras.
Estoy muy contenta y agradecida por la repercusión mediática que ha tenido este cuento. Gracias a todos cuantos se han interesado por él y han sabido encontrar su verdadero contenido.
FOTO DE FAMILIA, EN EL DIARIO METRO
La escritora María Sangüesa incluye un relato dedicado a la inmigración en su último libro
La escritora María Sangüesa dedica, en su último libro de relatos, un cuento a la inmigración titulado "Foto de familia", a través del cual intenta acercar al lector a la sensación de ruptura que experimenta una persona al tener que dejar su país para emigrar a otro.
Situando al personaje en la casa en la que ha vivido toda su vida y que ahora debe abandonar, Sangüesa se adentra en los sentimientos que embargan al protagonista de la historia mientras recoge sus cosas.
Según la propia escritora, sus cuentos "no son moralizantes: simplemente son llamadas de atención que hacen que el lector, siguiendo el hilo de una historia fantástica y aparentemente ingenua, se detenga un momento sobre un hecho y le dé algo sobre lo que pensar al terminar la lectura."
El relato forma parte del libro "Del más allá: cuentos de fantasmas", obra que fue presentada el pasado 30 de junio en la Fundación Hispánica.
María Sangüesa estuvo acompañada en esa ocasión por los escritores Leo Zelada, Alberto Lauro, y Ángel Luis Romo.
EFE
NOTA DE PRENSA
NOTA DE PRENSA
Título: Del Más Allá: cuentos de Fantasmas.
Autora: María Sangüesa
Editorial: Lord Byron Editores
Sinopsis: En el presente volumen, que incluye narraciones, relatos, cuentos y microrelatos, la autora recrea toda una atmósfera de intriga y misterio en torno al tema de los fantasmas, apariciones y otras experiencias inexplicables en las cuales se amplía la percepción de la realidad. En medio de esta perspectiva la fabulación de la escritora, desde la fantásmogénesis, aborda también asuntos de actualidad como la inmigración, el maltrato de género, abriendo un abanico ideotemático que va desde las leyendas guanches de las Islas Canarias hasta problemas inmediatos de nuestros días.
Curriculum: María Sangüesa nació en Alhucemas, Marruecos. Estudió Publicidad, y Arte y Decoración en las Escuelas Oficiales de Madrid y Valencia. Licenciada en Historia de España por la Universidad Nacional a Distancia. Graduada de Biblioteconomía en el Instituto Madrileño de Estudios Documentales, así como de Cursos Monográficos de Literatura en el Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid y el la Fundación Universitaria Española. Ha colaborado en la revista Arte en Valencia, la revista literaria Alga, la digital Dreams and Markets, entre otras. Aparece en las antologías de narrativa Más allá del Boom: nueva narrativa hispanoamericana (2007), Antología de microrrelato y relato corto (2007) así como en varias ediciones de la Nueva Poesía Hispanoamericana, todas publicadas en Lord Byron Ediciones. Ha ofrecido numerosos recitales de poesía en distintas instituciones, entre ellas el Ateneo de Madrid y la Casa de la Moneda de Madrid
Invitado:
DEL MÁS ALLÁ: Cuentos de fantasmas. Próxima presentación en Alicante
INVITACION
El Centro Municipal de las Artes del Ayuntamiento de Alicante
y Lord Byron Ediciones
tienen
el gusto de invitarle a la presentación del libro
Del Más Allá: cuentos de fantasmas, de la escritora María Sangüesa.
Con la participación de:
Doña Asunción Sánchez Zaplana,
Concejala de Acción Social del Ayuntamiento de Alicante
y del escritor, poeta y periodista hispanocubano Alberto Lauro,
Lugar: Centro Municipal de las Artes, Plaza Quijano nº 2 (Casco Antiguo)
Alicante
Día: Jueves, 24 de Julio de 2008.
Hora: 20:30.
viernes, 11 de julio de 2008
ABU AL ABBÁS, MOAXAJAS
Esta es una de las moaxajas que el Ciego de Tudela (S. XI) tiene íntegramente dedicada al amor. En ella vemos con claridad su constante referencia al tiempo que pasa, a la juventud que va quedando atrás y al desamor como sombra indisoluble del sentimiento amoroso. Estas composiciones estaban hechas para ser cantadas o acompañadas por instrumentos musicales, su función primordial era la de distraer a la concurrencia y, muchas veces, eran creaciones hechas por encargo.
Yo
con la hermosura, y ellos con lo que elijan.
Pregunta a mis preocupaciones, ¿se consuelan y aquietan?
No digo que esté cautivo, mi llanto no es un secreto.
Si mi cordura eres tú, de nada sirve la cautela.
¿Dónde
reside la paciencia?, pues ni a él ni morada poseo.
No me quejo, de mi sangre serás responsable.
Tus suaves mejillas vista y boca me llenan.
Un hermoso paisaje que, cuando se alcanza desaparece.
Algo
tengo que decir de esto, y vengarme también.
Es mi sol y mi luna, cada vez que se oscurece mi tiempo.
Si fuera dueño de mi alma, nada anhelaría ni sería humillado.
Por ello y hacia ti me esfuerzo y soy humillado.
¡Qué
delicia de mimos! No puedo pasar sin ti.
Rehén de cualquier hermosura, no de aquel por quien
/ fuiste designado.
Todas las deudas se han perdido, de ellas renegaste.
En tus manos está mi sentencia, ejecútala o que otro la cumpla.
Declararon
los sueños: en el amor no hay pecado.
La edad ni me ha avejentado ni me ha consumido.
Te has desentendido de mí, ¡qué resta de la juventud entonces!
Luego cantas para que se cumpla el mensaje:
Caudalosa
Llegó la riqueza, mas me acostumbré a apostar al azar.
domingo, 6 de julio de 2008
Dulce María Loinaz, Poemas sin nombre
Algunas veces, cuando releo algún libro de poemas me gusta abrirlo al azar. Es como un juego, como un preguntarle al tomo: "¿Qué me quieres contar hoy?". Así lo he hecho con los poemas de mi admirada poeta cubana, Dulce María Loinaz, a quien leí hace unos días en el Ateneo de Madrid, durante el homenaje a las mujeres poetas de Latino América. Y sus páginas se me abrieron por este poema, escrito en prosa poética. Su sensibilidad me ha conmovido y me ha dejado una extraña sensación, dentro de eso a lo que muchos llaman alma:
POEMA LXX
Estas son mis alegrías: las he contado, y creo que no falta ninguna. Llévalas todas a cantar tus noches, o a perderse en tus mares, o a morir en tus labios.
Estas son mis tristezas. Contarlas no he podido, pero sé que me siguen fielmente. Llévalas todas a abonar tu tierra, a ser la levadura de tu pan, la leña de tu lumbre.
Ésta soy yo: fundida con mi sombra, entera y sin rezagos. Llévame a tu corazón, que peso poco y no tengo otra almohada ni otro sueño.
El día que me quieras
Esta canción era la favorita de mi padre. Le recuerdo cantándola y diciendo que tenía una de las más hermosas letras que se habían escrito. El sabor añejo de la antigua cinta de Gardel, su voz, el eco del pasado y de todas las generaciones que se han amado al arrullo de esta melodía, el amor que nunca pierde su vigencia por más amarillento que esté el celuloide que lo trae a nuestros días...