Los
tzotziles ofrecen mercancías,
multicolor
bullicio bajo toldos
de artistas y artesanos
que
van tallando sueños sobre piedras,
talismanes
de ámbar,
dioses
de jade y obsidiana.
Sus
frutas son jugosas y deslumbran
como
retazos vivos de su esfuerzo.
Sus
niños brincan, sobre orillas quietas,
y
remansan sonrisas con sus saltos.
Ellos
son el futuro. Y no lo saben.
Juegan
como criaturas de la jungla
que
llevan en sus venas esa fuerza
de
ancestrales guerreros.
Quizás,
mañana,
un
vuelo de quetzal será su guía.