domingo, 31 de enero de 2010

RUBÉN DARÍO: LA CALUMNIA



Hay algunas gentes que buscan medrar a costa de lo que sea. Cuando se ven descubiertas, cuando sus espúreos planes se les caen porque no han conseguido engañar al prójimo, lo que les queda es mostrar su ruindad sin límites emponzoñando, aún más, aquello que quisieron utilizar para sus fines. Entonces, en su vileza, recurren a la calumnia y a la difamación. La calumnia puede oscurecer, brevemente, la imagen de una persona, pero el tiempo despeja el camino de la verdad y el difamador queda dónde le corresponde estar, en el lodo que él mismo ha creado. Y es más, la maldad, cuando es demasiado evidente, ni tan siquiera daña pues primero mueve al desprecio y, luego, puede llegar a generar hasta cierta compasión, ante la pobreza de recursos interiores y la miseria moral de quien así actúa. En el colegio, cuando era pequeña, éste era uno de los poemas que teníamos que aprendernos de memoria. Y espero no olvidarlo nunca.

Poema La Calumnia de Rubén Darío:

Puede una gota de lodo
sobre un diamante caer;
puede también de este modo
su fulgor oscurecer;
pero aunque el diamante todo
se encuentre de fango lleno,
el valor que lo hace bueno
no perderá ni un instante,
y ha de ser siempre diamante
por más que lo manche el cieno.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

eso, no olvidarlo nunca. "¡Brava María!"

Amando Carabias dijo...

Por desgracia he sido víctima de la calumnia al menos dos veces. Una en la primera juventud, la otra no hace tanto. Y la marca que dejan en el alma no mueren nunca, aunque se queden en señales, cada vez que el recuerdo de aquello llega a ti (como ahora mismo) la sensación amarga nos recorre.

Aunque el poema no sea una maravilla para la lírica universal, desde luego sería meneseter que se aprendiera desde bien pequeños en todos los colegios. Dudo que algunos corazones sean capaces de no servirse de una calumnia para su propio medro, pero quizá algunos lo pensarían tres o cuatro veces.

Gracias por esta clase práctico-poética sobre un tema necesario para educación de la personalidad y de la ciudadanía.

Maria Sangüesa dijo...

Procuro tenerlo siempre presente, la calumnia es inadmisible. Y gracias por lo de brava María, el valor y el coraje no me faltan para afrontar y defender las situaciones innobles, incluso con las armas legales que sean necesarias.

Maria Sangüesa dijo...

Gracias, Amando, por tu comentario. Lamento mucho que hayas sido víctima de los calumniadores, es lamentable que la falta de escrúpulos de gente ambiciosa, o simplemente malvada, para conseguir sus fines perversos
(o en represalia por no haberlos conseguido), a falta de motivos para denigrar a alguien, sean capaces de mentir o de manipular unos hechos, para hacer daño y ensuciar la imagen de personas que tienen mayor valía que ellos. Y que, muchas veces, les han ayudado sin pedir nada a cambio. Es como si esa mala ralea no soportase la generosidad, seguramente porque les evidencia de forma insoportable su propia mezquindad. Hay que deshacerse de la amargura que te producen, hay que restañar las heridas, porque si no lo haces así, les estás dando su parte de triunfo. Y también hay que defenderse, no hay que tener miedo de iniciar acciones legales para dejar a esa gentuza en el lugar que le corresponde. Desde luego el poema no es una maravilla literaria, pero es bueno que tengamos siempre en cuenta que nadie puede extinguir, ni alterar, el brillo de lo que es verdad y de lo que es justo, solamente hay que luchar para mantener el brillo y saber que, incluso cuando lo intentan ensuciar, no pierde su valor. Un fuerte abrazo, amigo.

Sergio Lopez(Lely Vehuel) dijo...

La calumnia merece ser ignorada y nada mas.Hola, que hermoso este post, tu blog como siempre tan gentil de emociones, comparto siempre tus entradas, esta es muy especial.Hoy te visito desde Cuentos y Orquideas y quiero invitarte a leer un nuevo cuento llamado Rey Y Mendigo, espero que te guste.
Mucha luz y hasta pronto.

Allek dijo...

jodida calumnia, cuando daño logra hacer...
interesante lo que escribes..
un fueret abrazo

Maria Sangüesa dijo...

Hola, Lely, depende del tipo de calumnia. Es legítimo defenderse porque lo contrario hace que el calumniador aumente su ataque y, además, salga impune. Y eso sí que es injusto. A quien hay que ignorar es al calumniador, no en su delito, pero si como persona. Un beso.

Maria Sangüesa dijo...

Allek, gracias por tu visita. Ten la seguridad de que, a más o menos largo plazo, el verdadero daño es para el calumniador. Un beso.

María Socorro Luis dijo...

Coincido con Amando. Creo que la calumnia es o puede ser tan peligrosa, que puede marcar la vida para siempre.

Muchos besos

Maria Sangüesa dijo...

La calumnia te quita la inocencia de poder confiar en la bondad ajena, así sin más, Soco, en ese sentido sí que te marca. Pero no podemos darle al calumniador, o calumniadores, la satisfacción de habernos hecho daño. Hay que defenderse, la mezquindad de quien pretende ensuciar al otro, puede y debe quedar al descubierto. Muchos besos.