miércoles, 17 de febrero de 2010

MARÍA SANGÜESA: VICTORIA





Hace seis años escribí este artículo sobre la obra de mi madre, para la revista Arte en Valencia. No tengo muchas fotografías digitales de sus pinturas, éstas que muestro aquí son algunas de sus últimas creaciones. Su última exposición fue una colectiva, el pasado mes de Septiembre, en la galería Artis de Valencia.

VICTORIA

Cuando conoces a Victoria lo primero que te alcanza es su mirada, me lo han comentado muchas personas. Parece traspasarte con sus ojos de un azul oscuro y profundo que ve mucho más allá de ti. Y es precisamente eso lo que está haciendo, buceando en tu interior. Debido a esa facilidad de llegar al fondo de las personas, es capaz de realizar unos retratos increíblemente llenos de vida. No sólo refleja las facciones de quien tiene enfrente sino que las envuelve en toda la fuerza vital que desprende el carácter de quien se encuentra delante de sus ojos.
Su obra está llena de fuerza, de vida, de luz. De esa luz del Mediterráneo junto al cual nació, creció, vivió, vive y vivirá ya para siempre, sobre la enérgica belleza de sus cuadros.
Cuando Victoria pinta el mar lo hace con pasión. Capta el movimiento de las aguas y el juego de las luces a lo largo del día sobre la cambiante superficie marina, que se funde con las tonalidades del cielo y de la orilla, en una tormenta de rocas o de arenas teñidas de amaneceres y ocasos. Logra unas tonalidades prodigiosas, a golpe de pincel, de espátula, de brocha. La pintura, bien empastada, presenta unas texturas generalmente recias, y el efecto de las luminosas transparencias resulta asombroso por la fuerza que imprime a su obra, sin mermarle un ápice de sensibilidad poética.
Las escenas de las gentes del mar nos hablan de la dureza de su vida. Para transmitirla recurre al expresionismo más directo. Agranda y deforma las manos, los pies, los torsos, el gesto. Congela el movimiento, tensionando los músculos de los brazos, de las piernas. Los hombres presentan facciones contraídas, las mujeres reflejan la desolación de la soledad impuesta por los rigores de la mar, y todos ellos testimonian una vida de esfuerzos y de penas. Aunque también sabe pintar la esperanza y la alegría de los momentos de sol y de juegos en el agua y en la arena.
Sus paisajes urbanos los hace desde el recuerdo y la nostalgia de su mente. Abre ventanas desde el edificio de su memoria para asomarse a otras ciudades que contempla desde arriba, sobrevolando su realidad con ojos de poeta y derrochando tonalidades luminosas desde una cálida atmósfera interior.
Bajo su pincel, el campo estalla de colores: verdes secos o tiernos, amarillos, ocres, sienas. Y un cielo perennemente poblado por nubes que absorben o tamizan los rayos de un sol distinto en cada uno de sus cuadros. Lo asombroso es que, para pintar, utiliza solamente cinco colores: blanco, siena, azul, rojo y amarillo. Los mezcla sobre su paleta y despliega todas las gamas imaginables para dar vida a su creación.
Las montañas que plasma te arrastran hacia lo más alto y lo más hondo de la naturaleza. Bajo los bosques o sobre la nieve consigue aprehender un instante de vida, de luz, con pinceladas sueltas como los versos de un poema que van trazando sus renglones sobre el lienzo.
Muchas de sus obras nacen primero sobre el papel, apuntes rápidos hechos al paso de un momento, o elaborados recuerdos de rincones o de escenas retenidas bajo el poso del tiempo. Sus manos lo van recuperando todo, desde la luz de su memoria, y van dando paso a unos dibujos que demuestran una gran maestría en el dominio del lápiz, de la plumilla o del rotulador.
Victoria nació ya artista, respiró el arte desde la cuna, su madre tenía una academia de dibujo y pintura, en Marruecos. Luego, se fue haciendo en el oficio de pintar, desde que era una niña. Largo oficio el suyo, toda una vida de apasionada relación con los lienzos. Y ello le otorga el bien ganado y merecido grado de maestría. Maestría que detenta ya desde hace muchos años, aunque siga mirando el mundo con la ilusión, los ojos, y el corazón de una adolescente llena de proyectos y con muchas, muchas cosas, todavía, por decir.

María Sangüesa.
Marzo de 2004.

10 comentarios:

María Socorro Luis dijo...

Bellísimo y apasionado artículo, María. Mi sincera felicitación para las dos.
Viendo sus pinturas, se entiende todo tu entusiasmo y admiración, y el arte que has heredado, reflejado en tus poemas.
Un inmenso placer conoceros ; ojalá que algún día sea personalmente.

Dale un beso y otro para ti.

Soco

Amando Carabias dijo...

Hermosa pintura y hermoso comentario.
Uno no sabe cuánto queda de nosotros en los demás, al menos quedará nuestra obra y el cariño que hayamos puesto.
Besos

El Drac dijo...

Pues por las pinturas que nos alcanzas se nota toda la madera de artista que tiene, denotan mucha dinamismo sus obras y deslumbra la fortaleza de su trazo. Me alegra lo que nos compartes amiga, un fuerte abrazo.

Militos dijo...

María: me ha impactado la pintura de Victoria. Es una suerte que nos hayas enseñado esos cuadros. y se ve que mira al interior de cada cosa o cada persona. ¡Dios mío, qué arte! y que pueda conseguir esa profundidad y ese aprehender, como tú dices,con solo cinco colores...
Tu post también es una obra de arte, maravilloso, de verdad que no sé expresar lo que he sentido al leerte y al contemplar los cuadros.
Muchas gracias por trar todo a este blog-escuela.
Mi beso más grande.

Muchas gracias por tu cpmentario a mis cincuenta años de amor. Y sí es lo que tú dices, María, un alam en dos cuerpos

Isolda Wagner dijo...

El cuadro de la mujer agachada ese escorzo, me parece fantástico. o se de dos que tendrán que hablar de varias cosas en común.
Besos, hoy para la pintora.

Maria Sangüesa dijo...

Gracias por tus palabras, Soco, seguramente mis hermanas le enseñarán esta página y leerán lo que has escrito. Yo le daré tu beso cuando regrese a Valencia, dentro de dos o tres semanas. Seguro que nos conoceremos personalmente, todo es proponérselo. Me siento muy contenta de saber que cuento con tu amistad y cariño, y tú con los míos. Muchos besos.

Maria Sangüesa dijo...

Nuestras obras y el cariño son lo más importante, Amando, y eso quedará para siempre ahí. A mí me entusiasma la obra de tu hermano, al igual que la tuya. Una plástica y la otra escrita, también tienes una familia de artistas. Y ya sabes lo que eso supone. Muchos besos.

Maria Sangüesa dijo...

Muchas gracias, Drac, mi madre tiene ya 84 años. Y por ese dinamismo y fuerza de su obra nadie podría decir que es octogenaria, ¿verdad?Me siento feliz de poder compartir contigo, con vosotros, y de que os comuniquéis conmigo y compartáis también en vuestros blogs. Por cierto, me encanta la fotografía del tuyo. Un fuerte abrazo. Y hasta pronto

Maria Sangüesa dijo...

Militos, no te imaginas cuanto agradezco tus palabras. Espero de todo corazón que mis hermanas se las lean a mi madre porque sé que, aunque sea solamente el momento de escucharlas, se va a sentir muy feliz. Mi post está hecho desde el conocimiento de la artista, de su lucha por seguir adelante con su trabajo, de su obra, que creo que he visto desde que abrí los ojos por primera vez, y desde mi papel de hija que creció entre pinceles y óleos...ya te puedes imaginar que es el artículo que he escrito con mayor cariño.
Te mando muchos besos y mis felicitaciones por haber sabido construir una vida tan sólida. Yo daría la mía por haber conseguido lo mismo.

Maria Sangüesa dijo...

Muchas gracias, Isolda, es una pena que no tenga a mano ninguna foto de las gentes del mar, porque considero que son sus mejores cuadros, con más fuerza que ése de la mujer agachada, que me parece que se llama Ausencia. Estoy segura de que te encantarían.
Ahora ya sí que te puedo decir que hasta dentro de un ratito. Un abrazo muy fuerte.