martes, 7 de junio de 2011

ELVIRA DAUDET Y LABERINTO CARNAL


Elvira Daudet y Laberinto Carnal.

Adentrarse en el universo poético de Elvira Daudet es una fascinante aventura que no sólo emociona, sino que conmociona de manera tan profunda que nadie puede salir incólume después de haber leído sus versos.

Laberinto Carnal es un libro que contiene veintiún poemas, veintiuna joyas literarias que te dejan sin aliento, veintiuna sacudidas que hacen que tu interior se tambalee y no vuelva a ser el mismo cuando has finalizado su lectura, porque sus palabras persisten como hondas sajaduras de luz en algún lugar dentro de nuestra psiquis, dentro de esa parte inmaterial que llamamos alma, aunque no se crea en las almas.

El primer poema, Palabras mortales, comienza con una visión del Génesis, de una Creación bella y vacua en la que: Todo era hermoso, pródigo e inútil, decorado vacío, y Dios/ se sintió solo. A partir de este punto, Daudet, hace un duro recorrido por la historia del ser humano, implacable denuncia de todas las atrocidades que engendraron las guerras, el hambre, el afán de poder en todas sus facetas, el terrorismo descarnado de unos y otros. El final es lapidario: Pavoroso espectáculo de sangre, todo en el mismo plano de una cinta continua/ que Dios omnipotente contemplaba y que creaba sólo con pensarlo.

Peces muertos, es un poema en el que reflexiona sobre su mirada poética ante el dolor que le produce el mundo que le rodea, las escenas de la vida cotidiana en la gran ciudad, las noticias que nos llegan cada día sobre quienes, desde sus puestos de poder, manejan el mundo. Con incisiva ironía nos dice que la poesía es belleza: Disciplinadamente, sobre la piel del agua,/ escribo signos rojos, azules, amarillos,/ palabras luminosas de esperanza,/ que se van transformando en peces muertos.

Niña Azul y Frágil Mercancía, son dos poemas muy intensos que, desde diferentes ópticas, nos adentran en la inocencia, en la búsqueda de la libertad y en el sentimiento puro de un primer amor; en ambos casos, es la muerte la que acecha y la que pone punto final a ese vuelo de juventud en busca de las dos constantes que impulsan, con la fuerza de la ilusión, a quienes comienzan a despertar a la vida: la libertad y el amor.

Espuma de un sueño, este poema es tan conmocionante que, cada vez que se lee, el llanto, de manera inevitable, nubla la vista. Es desgarradoramente hermoso, hay tanto y tan hondo dolor en él que resulta difícil expresar todo lo que transmite: Te arrancaron de mí para la tierra/ - mientras mi leche terca te buscaba la boca-/ y yo no te di nada para un viaje tan largo,/ ni un poco de alegría, ni un muñeco de trapo/ que hubieras apresado en tus manitas.

Perfume, es una denuncia, un aldabonazo en la conciencia, un poema valiente que aborda, sin tapujos, el maltrato de género: …/siempre hay una mujer, en cada esquina,/ de la noche opulenta de luceros,/ con un incalculable fardo de desdichas.

No voy a continuar, verso a verso, poema a poema, deshojando Laberinto Carnal. Tan sólo voy a referirme a dos de los poemas más tremendos y bellos de todos los que forman este libro, esta obra que se lee conteniendo el aliento y sintiendo que nos falta la respiración ante tanta desoladora belleza.

Mujeres, es una visión sobre los diferentes tipos de mujer que componen el espectro socio-emocional del universo femenino. Sólo quien es capaz de haber vivido y sentido, como en carne y alma propias, este mundo de desdichas y asfixia que forma el mosaico poético de este poema, puede reflejar una realidad tan tremenda. De alguna manera, cualquier mujer que lo lea, se identifica con una o alguna de las mujeres que conforman tan penetrante poema, en algún momento de la vida, en algún instante de empatía hacia alguien cercano… es un poema tan duro que no puede dejar indiferente a nadie.

Versos de doble filo, es el que cierra esta impresionante obra, aquí tan sólo voy a dejar los tres primeros versos, que son un excelente indicativo de lo que nos plasma la poeta con sus palabras, a corazón abierto y pulso inquebrantablemente firme, en todo el discurrir del libro: Escribo con cuchillo- escondido en el puño,/ en la inocente lengua, en la sesera-,/ hurgando sin piedad en mis entrañas,/…

Conforme iba avanzando en este intento de reflejar el contenido del poemario, más cuenta me daba de que su hondura es tan enorme que requería una lectura personal, un estado de recogimiento individual, que permitiera penetrar en el deslumbramiento que produce la palabra de Elvira Daudet, en el ejercicio de aprehender su esencia, su descarnado desgarro, su capacidad para llegar a lugares que casi nadie puede alcanzar. Sus versos son denuncia y demanda, anatema y redención, fuerza y fragilidad, amor y dolor. Y, por encima de todo, son Poesía en estado puro, en ese estado de gracia que muy pocos poetas pueden llegar a conseguir, puesto que implica tanta maestría como sensibilidad, y, por añadidura, protagonizar un acto heroico: la entrega del propio ser, un ser que se desangra en cada una de sus palabras. Y que muere y resucita en cada uno de sus versos.

9 comentarios:

Fernando dijo...

María, amiga, poeta:me ha gustado tanto tu comentario que esta tarde volveré a leer ese libro fantástico que nos ha ofrecido Elvira.Las poesías, cuando son tan buenas, tienen que ser leídas con profundidad. Es una pena que yo no tenga suficiente memoria para retenerlas y disfrutar de ellas en todos los momentos. Gracias por tu análisis, tan profundo y bello. Un abrazo.

Unknown dijo...

Es un libro imprescindible, Marìa, comparto de inicio a fin cada una de tus palabras. Un abrazo y un beso para cada una.
Leo

Anónimo dijo...

Yo, como considero imposible contar de manera remotamente parecida a la que tú nos has dejado sobre el impacto que produce en el lector los poemas de Elvira Daudet, a la que admiro profundamente por acercarme a un género que se me resistía, si me permites, quería María, me gustaría resumir diciendo que no conozco un poeta tan honesto, inteligente y sensible a la vez. De veras impresiona leerla.
Hasta pronto.

María Socorro Luis dijo...

Tengo el libro de Elvira en mi mesa y después de lo que he podido saborear, estoy segura que no has exagerado para nada, en el elogio que haces de su poesía.
Todo lo que conozco de ella me cautiva.

Espero conocerla algún día en persona, igual que espero conocerte a ti, querida María.

Para cada una un abrazo largo, larguísimo. Soco

Paloma Corrales dijo...

Un libro que permanece en quien lo lee porque se adueña de forma integral del lector; un libro de los que no se olvidan y al que irremediablemente se vuelve y se vuelve; una maravilla que descarna, emociona y que te "condena" a la esencia.

Besos, María.

Joaquín Lourido dijo...

Hola María,

Totalmente de acuerdo con lo que dices. Es un libro tan necesario como el agua cristalina y pura.
Que pases un bello día!!!

Besos desde Lucus Augusti.

catherine dijo...

Impactante reseña para versos impactantes. Me quedo con tu última frase: "muere y resucita en cada uno de sus versos".
Un beso, María.

ANTONIO CAMPILLO dijo...

Leí la pasión en tu texto.
Aprecié la perfección de tu exacto recorrido por las deslumbrantes palabras de Elvira Daudet.
No me atreví, sin releerlas, a escribir ni una palabra.
Ahora, la fascinante aventura que conmociona, como dices, está en mi mente haciéndome sentir un recogimiento individual pero con tu orientación, con tu guía, con tu sabia apreciación, María.
El resultado es muy diferente del que fue en su día.
Gracias por tu inigualable y extraordinaria dirección lectora.

Un fuerte abrazo, María.

Ricardo Miñana dijo...

Debe de ser un buen libro,
gracias por compartir.
Pasaba a dejarte mis saludos
y que tengas un buen fin de semana.
un abrazo.