miércoles, 17 de junio de 2009

JACQUES PRÈVERT: CANCIÓN PARA DOS CARACOLES



Debió de ser la lectura de Prevèrt, antes de que el sueño se adueñara de mis párpados y después de tantos años... Una pálida rendija de luz, un fino halo, se abrió paso entre las delgadas lamas de la persiana y osó atravesar mi habitación. Me despertó su impertinente intrusión dentro de la penumbra de mi cuarto. Iba a cortarle el paso a aquella descarada, cuando noté dos delgadas líneas que parecían fosforecer bajo su reflejo. Eran como dos mínimos senderos, de tonalidades irisadas, que se abrían paso sobre la madera del suelo. Y les pude ver. Dos caracoles de concha oscura caminaban, se deslizaban, con majestuosa lentitud sobre el parquet, dejando una resbaladiza estela tras su lánguido paso. Parecían dirigirse a una esquina. Un rincón en el que, con la ayuda de aquella intrusa liminiscencia, me pareció divisar unos pequeños promontorios, más o menos cónicos, que desprendían unas hebras de humo que se enroscaban en el aire para irse desplegando como una tela de araña. No puede ser, me dije a mí misma, precisamente anoche tan sólo bebí agua, y antes de dormir me tomé una infusión de hierbaluisa y tila, mientras leía. Busqué la llave de la luz, con manos trémulas, y tiré la taza y el libro sobre el suelo. Cuando conseguí encender la lámpara vi que no había rastro de los caracoles, y que en aquella esquina tan sólo se encontraba mi albornoz, que se había descolgado del perchero. La taza estaba hecha añicos, recogí el libro de Prevèrt, PAROLES, que estaba abierto, exactamente, por este poema:

Canción para dos caracoles que van a un entierro

Al entierro de una hoja seca
se van dos caracoles
tienen la concha oscura
crespón llevan de moño
bajo los arreboles
se fueron sin premura
una tarde de otoño

Cuando llegaron era
ay ya la primavera
todas las hojas secas
habían resucitado
y cada caracol
se sintió muy frustrado
mas aparece el sol
el sol que apenas nace
les habla y así empieza
sentaos aquí si os place
un vaso de cerveza
tomárselo en un tris
mas si lo preferís
tomad quizá os aguarde
el bus para París
partirá por la tarde
veréis a vuestro antojo
la campiña feliz
sin luto así me alegro
lo digo sin sonrojo
porque el luto de negro
pone el blanco del ojo
y lo vuelve a uno feo
esos cuentos de féretros
oírlos no deseo
por ser de triste género
revestid por favor
de la vida el color
luego animal y bestia
los árboles las plantas
entonaron con brío
perdiendo la modestia
forzando las gargantas
la canción del estío
como el calor les arde
brinda todo el gentío
es una linda tarde
linda tarde de estío
y los dos caracoles
se van a casa en fila
se van sin desencanto
dichosos los alcoholes
como bebieron tanto
vacilan un poquito
desde el cielo infinito
la luna los vigila.

Jacques Prèvert

Versión de Enrique Uribe White

10 comentarios:

Anónimo dijo...

quién lo iba a prevert, justo ves los caracoles y aparece el libro

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Maria...

Un bonito poema, ya me imagino a los caracoles con su lento caminar, llegando demasiado tarde al entierro de la hoja; al menos llegaron en primavera.

El relato parece un sueño, pero un sueño que nos trajo tan tierno poema; me hizo recordar a Rafael Pombo con su poemas infantiles.

Un abrazo.

Flamenco Rojo dijo...

Precioso poema. Muy original.

A partir de ahora me dará pena ver los caracoles con tomate en un plato. Cosas de la poesía.

Un abrazo.

Amando Carabias dijo...

El tiempo pasa a la misma velocidad en que transcurre el poema, y sin embargo nos sentimos como los lentos caracoles que transportan su carga despacito, como si fuéramos a llegar puntuales a todas nuestras citas, y sin embargo, siempre llegamos algo tarde...
La descripción de tu sueño de diez.
Un beso.

Isolda Wagner dijo...

María, me gustó el poema; me recordó a los de Gloria Fuertes, por lo del toque infantil. Siempre he pensado que no se la valoró como se merecía.
Pero mucho más me gustó tu introdución al mismo.
Muchos besos para tí y tus veerrsos..

Maria Sangüesa dijo...

Buen juego de palabras, Santi, me ha hecho sonreír. Un beso.

Maria Sangüesa dijo...

Gracias, Rafael, un día de éstos traeré a Pombo por estas páginas. Te mando un abrazo.

Maria Sangüesa dijo...

He de confesarte, Gonce, que a mí también me gustan los caracoles a la andaluza... con perdón de monsieur Prevèrt. Pero la poesía es así. Un beso.

Maria Sangüesa dijo...

Gracias por tus palabras, Amando, es cierto que cuando caminamos en el tiempo, y todos lo hacemos, el espacio es pura lentitud pues llevamos sobre nosotros la carga de lo que es nuestro mundo y nuestro refugio. Un abrazo.

Maria Sangüesa dijo...

Isolda, me animas mucho con tus opiniones, así que te mando un montón de gracias y un beso junto a mi cariño.