PIEL
La piel, tu piel, es un
manto que me arropa, que me da el calor que acelera mi pulso, mi sangre, mi
hálito vital, tras esta helada travesía dentro de la clepsidra de la vida,
sobre oleajes apresados por paredes de vidrio, como peceras que nos hacen dar
vueltas, círculos que no conducen a lugar alguno con sus dolores encerrados en
burbujas de aire, como cuentas de rosarios votivos en busca de su dios; cuentas
que estallan en la superficie, fuera de las aguas, allá donde la libertad
supone la muerte de los peces al huir de su líquida prisión.
Tu piel me salva, me
hace reposar entre sus radas, fuera de la corriente, dentro del refugio que
llamamos dos. Tu piel me lleva más
allá de sus poros, hacia lo inmortal, e irradia esta luz que ilumina sentidos y
senderos. En tu piel todo cobra significado, se hace armonía y se eleva en un
cántico que transciende percepciones y ajusta coherencias. Me abrazo a ella, me
abrazo a ti. Y sé que me abrazo a la esencia de todo lo eterno que te habita y
que vive en mí.
5 comentarios:
Te abrazas a la esencia de todo que eterno... Eso va a ser la crema hidratante.
Sugerente, esa piel dentro del refugio.
Abrazos, siempre
Sentir,
es asomarse al vértigo de la vida.
Precioso. Besotes
Me parece el Cantar de los Cantares tu elogio de la piel, muy sugestivo y precioso.
Bello canto a la delicadeza y al esplendor sublime de un manto vivo que es capaz de hacer sentir escalofríos y quemaduras. Excelente prosa poética, María.
Un cariñoso abrazo, querida amiga María.
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