domingo, 30 de noviembre de 2008

WALLADA, PRINCESA OMEYA



La Princesa Wallada, fue una mujer muy culta continuadora de una tradición femenina en la capital del califato, donde en su época, en un solo arrabal podían encontrarse más de 170 mujeres dedicadas a la copia de Alcoranes. Tampoco fueron ajenas a la enseñanza o cultivo de las letras; Ramírez de Arellano cita a Fátima, Labana, Radhia y Aixa Bent entre otras mujeres cordobesas que fueron poetisas famosas.
Ibn Zaidum
Tuvo que abandonar su ciudad natal a causa de sus amores con la princesa Wallada, que terminó abandonándole. Ella fue su musa inspiradora porque Ibn Zaidum es, ante todo, poeta del amor y cuando canta la ausencia o el desdén de la amada expresa un sentimiento tan humano que se aleja de los tradicionales convencionalismos de la poesía árabe.
Ibn Zaidum cantó así mismo de forma insuperable los lugares del placer y las ruinas de Córdoba, como los jardines de Medina Azahara desde donde lloró el desamor de la Princesa Wallada vivificando el entorno que se convierte en confidente del poeta:
Desde Al-Zahra
Desde Al-Zahra te recuerdo con pasión. El horizonte está claro y la tierra nos muestra su faz serena. La brisa desmaya con el crepúsculo: parece que se apiada de mí y languidece, llena de ternura. Los arriates me sonríen con sus aguas de plata, que parecen collares desprendidos de las gargantas. Así fueron los días deliciosos que ya pasaron, cuando, aprovechando el sueño del Destino, fuimos ladrones del placer. Hoy sólo me distraigo con las flores, imán de los ojos, en los que la escarcha juega vivaz, inclinando sus tallos. Son como pupilas que, al ver mi insomnio, lloran por mí, y por eso el irisado llanto resbala por su cáliz

Antonio Ortega Serrano


Poemas de Wallada:

CUANDO CAIGA LA TARDE

Cuando caiga la tarde, espera mi visita,
pues veo que la noche es
quien mejor encubre los secretos;
siento un amor por ti,
que si los astros lo sintiesen
no brillaría el sol,
ni la luna saldría y las estrellas
no emprenderían su viaje nocturno.


TRAS LA SEPARACIÓN

Tras la separación, ¿habrá medio de unirnos?
¡Ay! Los amantes todos de sus penas se quejan.
Paso las horas de la cita en el invierno
sobre las ascuas ardientes del deseo,
y cómo no, si estamos separados.
¡Qué pronto me ha traído mi destino
lo que temía! Más las noches pasan
y la separación no se termina,
ni la paciencia me libera
de los grilletes de la añoranza.
¡Que Dios riegue la tierra que sea tu morada
con lluvias abundantes y copiosas!

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