domingo, 2 de agosto de 2009

MANOLO GARCÍA: ME HE SENTADO A ESPERAR



Esta canción la he estado escuchando, durante muchos atardeceres, en la terraza del restaurante Al Caminito. Allí iba a cenar con mi madre y algunas de sus amigas, casi todas octogenarias o rozando esa edad. Las tertulias han sido muy interesantes para mí, escuchar sus distintas visiones de la vida, desde sus diferentes situaciones vitales y con tanta experiencia acumulada, me han resultado muy aleccionadoras. Es curioso cómo las viudas solamente recordaban los buenos momentos vividos y lo maravillosos que eran sus maridos. Llevo cuarenta años veraneando en Denia, las conocí cuando eran mucho más jóvenes, y aún tengo en la memoria algunas de las quejas que, por aquel entonces, se les escapaban durante las conversaciones, en los breves momentos en los que me sentaba a tomar un refresco con ellas, para salir corriendo a reunirme con mi pandilla de amigos... el tiempo hace que se idealicen las ausencias, ¡qué peligro!
Una tarde, mientras esperaba, se me acercó un hombre que, amablemente, le ofreció agua a mi perrita.
- ¿Estás sola? - me preguntó con la intención de sentarse a mi lado.
- Pues la verdad es que no. Mire, a este lado tengo la poesía - dije mientras señalaba mi cuaderno -, y a este otro una ausencia. Si contamos a mi perrita, ya somos cuatro, demasiada concurrencia para hacerle algo de sitio. Así que muchas gracias, en otra ocasión será...
Por supuesto, me miró pensando que había dado con una loca. Pero se marchó sin rechistar. Os aseguro que la anécdota es cierta.
Bueno, el caso es que a Jacobo, el dueño del restaurante, le gusta muchísimo Manolo García, y siempre me preguntaba si nos molestaba la música. Le contestaba que no y, al final, acabó por encantarme. Así que aquí os dejo uno de los ecos que me quedan de estos días de mar, un Edén con Adanes perdidos en busca de su Eva. Qué lástima que una se sienta más bien Lilith y que para ella haya tan poquito quorum.

ME HE SENTADO A ESPERAR

Me he sentado a esperar
A ver brotar el sol
Que nazca de tu pecho.
Y he sabido que no eres diosa o diablo
Solo una mujer de carne y hueso.
Ni tan solo un Ángel caído,
Eso sí, la más bella del Edén
Al menos para mí.
Sola en tu paraíso,
Ni tan solo un Ángel caído.
Qué más puedo anhelar que ver nacer el día
Desde los acantilados.
Qué más puedo anhelar si el tiempo
Es un pájaro de alas cortas que vuela alto y fuerte.
Qué más puedo saber
Cuando los glaciares desaparecen…
Me he sentado a esperar,
Que somos desde hoy lágrima negra en el mercurio;
Salina desecada en cántara de agua,
Bulería gitana en el Danubio.
Solo Adanes caídos,
escamados títeres dolidos,
Al menos para mí…
Solo en mi paraíso,
Ni tan solo Ángeles caídos.
Qué más puedo anhelar,
Si quiero ando descalzo sobre mi propia conciencia.
Qué más puedo anhelar
Si la palabra, porfía humana, es puente de mil ojos sobre aguas subterráneas.
Qué más puedo saber, cuando no hay sembrados, las escarchas no dañan.

6 comentarios:

Isolda Wagner dijo...

Eso es una contestación en condiciones, María. No se por qué, pero yo creía que esa forma de acercamiento estaba desfasada, como lo de ¿estudias o trabajas?, pero ya veo que no.
Tu respuesta genial, y la canción también; bueno a mí me gusta más la letra que la música, siendo sincera.
Que te sea leve la rentrée y un beso enorme con cariño.

Amando Carabias dijo...

La verdad es que sí, yo pensaba que esas maneras de intentar ligar,digámoslo claramente, eran de otras épocas. Pero algunos no han evolucionado.
Yo diría que tu respuesta es muy inteligente porque es muy sincera. Y por salvar el papelón que hizo tu pretendiente playero, diré que actuó con velocidad de reflejos. Otros, probablemente, hubieran seguido dando la lata.
Estoy de acuerdo contigo en eso de idealizar las ausencias, pero ¿no es una maravilla que, en general, los humanos tendamos a esa suerte de misericordia?.

Anónimo dijo...

muy maravilloso tiene que ser un desconocido para que su compañía sea mejor que la paz de la soledad, pero claro, depende del momento y de mil cosas, pero qué pereza las conversaciones vacías y absurdas, maría, ¿a que sí? estoy seguro de que en eso me entiendes perfecto

un beso fuerte

Maria Sangüesa dijo...

Pues ya ves, Isolda, que hay cosas que no cambian, claro que el galán estaba en los cincuenta... no sé yo la gente joven. Gracias por lo de genial, pero es que la respuesta me salió del alma. Muchos besos, cada día más asfálticos.

Maria Sangüesa dijo...

Hola, Amando, siempre hay algún moscón dando la lata cuando te ven sola. Este pobre me miró como si hubiese dado con una demente, y la verdad es que cuando estás en proceso creativo te entra algo así como una locura transitoria, por ejemplo voy tecleando con los dedos el cómputo silábico sobre las mesas de los bares, bastante ajena a lo que me rodea. Y, de repente, si no tengo a mano algo para escribir, pido un bolígrafo, como quien pide un cigarro... No sé que decirte sobre lo de idealizar las ausencias, una cosa es quedarse viuda y otra es quedarse sola por una separación. En el segundo caso es mejor acordarse de lo malo y no idealizar nada, al menos al principio, así te das la oportunidad de encontrar a quien supere en bondades al que está siendo motivo de sufrimiento y hacer que tu corazón vuelva a colocarse en su sitio y se ilusione por quien te haga sonreír de nuevo.
Muchos besos.

Maria Sangüesa dijo...

Te entiendo muy perfectamente, Santi,
es tremendo cargar con una charla llena de banalidades, en esos momentos te entra un inmenso amor a la soledad y una gran añoranza por la paz que te proporciona. Y qué pereza arriesgarte a eso por charlar con un desconocido, con alguien de quien lo ignoras todo, salvo algún caso excepcional, como bien apuntas... Un beso muy grande y mi cariño.