miércoles, 29 de octubre de 2008

EL ALQUIMISTA, Angel Luis Romo



El alquimista

La soledad se acuna entre tinieblas
devorando paciencia.
El afán ciñe el ojo de la alquimia
que ve brotar mercurio de la mezcla:
hay que hacer otro intento.

“Artis auriferae quam chemiam vocant”.
Siempre surge la duda,
pero vence la fe en el polvo rojo
que esbozó Paracelso, y al ingrato
atanor vuelve el reto.

Muchas veces el plomo transmutó
según lo prescrito,
y al llegar la coniunctio nunca el polvo
cambió el color, quedándose sin ánima
el cansado oficiante.

“Artis auriferae quam chemiam vocant”.
Siempre surge la duda,
pero vence la fe: seguir buscando
la razón de vivir, como el poeta
cuando teje sus versos.

No hay comentarios: